Mi madre le obsequió a mi hijo una cámara digital del 2006 y yo no puedo estar más que agradecida. Solamente me queda esperar que su ojo sea capaz de captar lo que yo nunca he podido.
Después de una pausa obligada, regreso con mi única foto (por el momento) del 2025 para recordarme que él me enseña a volver a sorprenderme.